Londres, 1971. Brian May mira las estrellas: es astrónomo y enseña mecánica celeste en el Imperial College. Y cada noche, en su cuarto, se aferra a una guitarra que parece creada durante un viaje con alucinógenos, y que construyó con nogal, restos de una chimenea y chatarra electrónica. Costo: 8 libras, entonces unos 16 dólares. Roger Taylor, en cambio, no levanta los ojos hacia Venus: pegado al microscopio, fiscaliza batallas de bacterias y legiones de virus. Un silencio, un orden y un caos que - también de noche - despedaza con su batería. John Deacon deambula - técnico electrónico, ejecutor de bajo - por un mundo afín con el que será su destino: decibeles. Freddie Mercury (africano nacido como Frederick Bulsara en Zanzíbar, hijo de un opulento diplomático británico) es, de día, líneas y colores. Pero le queda poco tiempo como diseñador gráfico, porque cuando el '71 expira, y en su casi diminuto departamento, y con el astrónomo, el biólogo y el electricista, funda Queen y - quien lo duda - cambia la historia. O, en realidad, la completa.
Las memorias del grupo guardan estas confesiones: "Ensayábamos como bestias. Sangre, sudor y lágrimas, como dijo el viejito Churchill. Llegó un primer contrato. Firmamos con EMI, grabamos el primer single (Keep Yourself Alive), y fracasamos...". Sin embargo, quedó por allí - hoy tan amarillenta como fundacional - una crítica: "Logran un astuto equilibrio entre el glam rock de principios de los '70 y el heavy metal de Zeppelin de finales de los '60. En cuanto a su líder, ese exótico y efectista Freddie Mercury... ¡qué cantante!". Pasan tres años, y por primera vez se inscriben en los charts con Seven Seas of Rye. Punto de inflexión. Desde aquí en adelante, es justo - imprescindible - imaginar que estos párrafos encierran 40 toneladas de equipo, 140 baffles, 100 mil wats, 800 focos, que todo está colgado de una parrilla en la que podrían asarse 100 vacas, y que siete grúas móviles (como columnas del mundo) soportan ese peso, destinado a desplegar los sones de Queen en 10 kilómetros a la redonda. Porque eso fue desde el '75, cuando Mercury y sus compinches lanzaron A Night at the Opera, el álbum más caro y extravagante de su tiempo. Del que se dijo, por ejemplo: "Es la épica del kitsch, de la armonía, de los instrumentos al máximo de sus posibilidades, de la voz estremecedora de Mercury. No hace falta nada para que llegue a la más codiciada y perfecta de las categorías: ser un clásico". Se aferró por nueve semanas a la cumbre de los charts, algo que no sucedía desde 1957, cuando Paul Anka y su Diana cubrieron de miel a medio planeta. Monstruos ya -¿qué otra palabra lo explica?-, les llegaron los '80 -The Game mediante-, y con ellos la música de la película Flash Gordon. En eso estaban cuando quebraron el récord mundial de público en estadios: San Pablo, Brasil, 230 almas con sus cuerpos, cuerpos con sus almas.
Por enésima vez, las rotativas lo contaron todo, desde el nombre: Queen por Inglaterra, su historia, su Torre de Londres, sus muertos reyes de Shakespeare, su reina Isabel viva, pero también -no podía faltar la vuelta de tuerca- porque Queen, en la jerga de los suburbios, es marica, loca. y los años siguen pasando y la historia no cesa, y hasta lo obvio y/o lo previsible sirve para que los periodistas aporreen sus teclas: Brian May es un fenómeno porque toca la guitarra con una moneda, es la banda más educada del mundo porque todos tienen títulos universitarios, es el único grupo de la tierra que logra cuatro Top Ten, cada uno compuesto por un miembro, Mercury es desdichado porque no hay amor que le dure, etc. Mercury, que graba una apasionada, única, perfecta versión de The Great Pretender. Mercury, que llega a cantar a dúo -en Barcelona- con la mitológica Montserrat Caballé: el dragón y la princesa, pero con los roles invertidos. Y solo Mercury -porque esas cosas no se cuentan a través de 140 baffles- se rinde en silencio y sin lágrimas ante la sospechosa muerte de dos de sus amantes: el mensajero Tony Bastin y el comisario de a bordo John Murphy. En realidad, la palabra sospechosa es un eufemismo de las agencias de noticias: mensajero y comisario mueren de SIDA, y sus cuerpos emiten -para Mercury- un mensaje terminal. Se habla, de a poco, de su palidez y de su carne cada día más magra. Se habla, no tan de a poco, de su ostracismo en la mansión de Kensington. El sábado 23 de noviembre de 1991, desde su cama, le cuenta al mundo que tiene SIDA. Y al anochecer del otro día, se muere. Le cierran los ojos -tenía sólo 45 años- sus padres, Mary Austin -eterna amiga que vivió ocho años con él-, Phil Collins, Elton John y Diana Ross. Su fortuna se dividió entre Mary y un instituto de lucha contra el SIDA. Su trono (luces, humo, fuegos artificiales, balas de fogueo), por un instante, entró en la gran oscuridad. Pero las puertas del infierno (en su caso, el silencio y el olvido) no prevalecieron. Porque su voz de tenor y el sonido de Queen pueden abrirse paso entre huracanes, tempestades y terremotos. God Save the Queen.
Las memorias del grupo guardan estas confesiones: "Ensayábamos como bestias. Sangre, sudor y lágrimas, como dijo el viejito Churchill. Llegó un primer contrato. Firmamos con EMI, grabamos el primer single (Keep Yourself Alive), y fracasamos...". Sin embargo, quedó por allí - hoy tan amarillenta como fundacional - una crítica: "Logran un astuto equilibrio entre el glam rock de principios de los '70 y el heavy metal de Zeppelin de finales de los '60. En cuanto a su líder, ese exótico y efectista Freddie Mercury... ¡qué cantante!". Pasan tres años, y por primera vez se inscriben en los charts con Seven Seas of Rye. Punto de inflexión. Desde aquí en adelante, es justo - imprescindible - imaginar que estos párrafos encierran 40 toneladas de equipo, 140 baffles, 100 mil wats, 800 focos, que todo está colgado de una parrilla en la que podrían asarse 100 vacas, y que siete grúas móviles (como columnas del mundo) soportan ese peso, destinado a desplegar los sones de Queen en 10 kilómetros a la redonda. Porque eso fue desde el '75, cuando Mercury y sus compinches lanzaron A Night at the Opera, el álbum más caro y extravagante de su tiempo. Del que se dijo, por ejemplo: "Es la épica del kitsch, de la armonía, de los instrumentos al máximo de sus posibilidades, de la voz estremecedora de Mercury. No hace falta nada para que llegue a la más codiciada y perfecta de las categorías: ser un clásico". Se aferró por nueve semanas a la cumbre de los charts, algo que no sucedía desde 1957, cuando Paul Anka y su Diana cubrieron de miel a medio planeta. Monstruos ya -¿qué otra palabra lo explica?-, les llegaron los '80 -The Game mediante-, y con ellos la música de la película Flash Gordon. En eso estaban cuando quebraron el récord mundial de público en estadios: San Pablo, Brasil, 230 almas con sus cuerpos, cuerpos con sus almas.
Por enésima vez, las rotativas lo contaron todo, desde el nombre: Queen por Inglaterra, su historia, su Torre de Londres, sus muertos reyes de Shakespeare, su reina Isabel viva, pero también -no podía faltar la vuelta de tuerca- porque Queen, en la jerga de los suburbios, es marica, loca. y los años siguen pasando y la historia no cesa, y hasta lo obvio y/o lo previsible sirve para que los periodistas aporreen sus teclas: Brian May es un fenómeno porque toca la guitarra con una moneda, es la banda más educada del mundo porque todos tienen títulos universitarios, es el único grupo de la tierra que logra cuatro Top Ten, cada uno compuesto por un miembro, Mercury es desdichado porque no hay amor que le dure, etc. Mercury, que graba una apasionada, única, perfecta versión de The Great Pretender. Mercury, que llega a cantar a dúo -en Barcelona- con la mitológica Montserrat Caballé: el dragón y la princesa, pero con los roles invertidos. Y solo Mercury -porque esas cosas no se cuentan a través de 140 baffles- se rinde en silencio y sin lágrimas ante la sospechosa muerte de dos de sus amantes: el mensajero Tony Bastin y el comisario de a bordo John Murphy. En realidad, la palabra sospechosa es un eufemismo de las agencias de noticias: mensajero y comisario mueren de SIDA, y sus cuerpos emiten -para Mercury- un mensaje terminal. Se habla, de a poco, de su palidez y de su carne cada día más magra. Se habla, no tan de a poco, de su ostracismo en la mansión de Kensington. El sábado 23 de noviembre de 1991, desde su cama, le cuenta al mundo que tiene SIDA. Y al anochecer del otro día, se muere. Le cierran los ojos -tenía sólo 45 años- sus padres, Mary Austin -eterna amiga que vivió ocho años con él-, Phil Collins, Elton John y Diana Ross. Su fortuna se dividió entre Mary y un instituto de lucha contra el SIDA. Su trono (luces, humo, fuegos artificiales, balas de fogueo), por un instante, entró en la gran oscuridad. Pero las puertas del infierno (en su caso, el silencio y el olvido) no prevalecieron. Porque su voz de tenor y el sonido de Queen pueden abrirse paso entre huracanes, tempestades y terremotos. God Save the Queen.
Queen es el álbum debut de Queen, publicado en julio de 1973. Fue grabado en Trident Studios y De Lane Lea Music Centre, Londres, con la producción de Roy Thomas Baker, John Anthony y Queen.
Queen había estado tocando en clubes y colegios alrededor de Londres por casi dos años, cuando la banda tuvo la oportunidad para probar los nuevos equipos de grabación de los estudios De Lane Lea Studios. Aprovechando la oportunidad, grabaron una cinta demo con cinco canciones: Keep Yourself Alive, The Night Comes Down, Great King Rat, Jesus y Liar. A pesar de la calidad de la cinta demo, la banda recibió sólo una oferta de una compañía de grabación (una pequeña propuesta de Chrysalis Records), la cual usaron para después buscar otras compañías.
Finalmente fueron abordados en 1972 por Norman y Barry Sheffield, representantes de Trident Studios; sin embargo, a Queen se les permitió grabar solamente durante las horas libres del estudio, después que los artistas que pagaban por usarlo se retiraban, lo cual generalmente ocurría entre las 3 a.m. y 7 a.m. Las limitaciones impuestas a la banda les permitían enfocarse para completar una canción a la vez, pero los problemas aparecieron casi inmediatamente. Los músicos tenían altas esperanzas en sus pistas demo hechas en los estudios De Lane Lea, pero el productor Roy Thomas Baker les pidió regrabar las canciones con mejor equipamiento. Keep Yourself Alive, canción escrita por Brian May, fue la primera canción en ser regrabada, pero a Queen no le gustó el resultado. La regrabaron nuevamente, pero durante las sesiones de mezcla, ninguna de ellas alcanzó sus estándares hasta la aparición del ingeniero Mike Stone. Después de siete u ocho intentos fallidos, Stone se encontró por primera vez con la aprobación de la banda y se quedaría como ingeniero, a la vez coproduciría los siguientes cinco álbums de Queen. La primera grabación rechazada de Keep Yourself Alive fue posteriormente publicada por Hollywood Records en Estados Unidos, titulada Keep Yourself Alive (Long Lost Re-take), con la aprobación de Brian May. Otra canción que presentó problemas fue Mad The Swine, la cual fue grabada para el álbum pero fue desechada por el productor Baker y Queen por no estar satisfechos con la calidad de la percusión. Con el asunto aún sin resolver, la canción fue eliminada del álbum. Reapareció en 1991 como el lado B del single Headlong en Inglaterra, y en el relanzamiento del álbum por Hollywood Records. La versión de The Night Comes Down que aparece en el disco es, en efecto, la grabación demo en De Lane Lea Studios, ya que su calidad aparentemente fue superior a los estándares del resto de las grabaciones del álbum.
Aunque el álbum fue terminado y mezclado totalmente en noviembre de 1972, Trident pasó meses tratando de encontrar una compañía disquera para publicarlo. Después de ocho meses de intentos fallidos, simplemente decidieron lanzarlo por sí mismos en 1973. Durante este tiempo, Queen había empezado a escribir material para su siguiente disco, pero estaban desanimados por el retraso de su primer álbum. Durante el intermedio grabaron dos sesiones para la BBC.
Tracklist:
Queen había estado tocando en clubes y colegios alrededor de Londres por casi dos años, cuando la banda tuvo la oportunidad para probar los nuevos equipos de grabación de los estudios De Lane Lea Studios. Aprovechando la oportunidad, grabaron una cinta demo con cinco canciones: Keep Yourself Alive, The Night Comes Down, Great King Rat, Jesus y Liar. A pesar de la calidad de la cinta demo, la banda recibió sólo una oferta de una compañía de grabación (una pequeña propuesta de Chrysalis Records), la cual usaron para después buscar otras compañías.
Finalmente fueron abordados en 1972 por Norman y Barry Sheffield, representantes de Trident Studios; sin embargo, a Queen se les permitió grabar solamente durante las horas libres del estudio, después que los artistas que pagaban por usarlo se retiraban, lo cual generalmente ocurría entre las 3 a.m. y 7 a.m. Las limitaciones impuestas a la banda les permitían enfocarse para completar una canción a la vez, pero los problemas aparecieron casi inmediatamente. Los músicos tenían altas esperanzas en sus pistas demo hechas en los estudios De Lane Lea, pero el productor Roy Thomas Baker les pidió regrabar las canciones con mejor equipamiento. Keep Yourself Alive, canción escrita por Brian May, fue la primera canción en ser regrabada, pero a Queen no le gustó el resultado. La regrabaron nuevamente, pero durante las sesiones de mezcla, ninguna de ellas alcanzó sus estándares hasta la aparición del ingeniero Mike Stone. Después de siete u ocho intentos fallidos, Stone se encontró por primera vez con la aprobación de la banda y se quedaría como ingeniero, a la vez coproduciría los siguientes cinco álbums de Queen. La primera grabación rechazada de Keep Yourself Alive fue posteriormente publicada por Hollywood Records en Estados Unidos, titulada Keep Yourself Alive (Long Lost Re-take), con la aprobación de Brian May. Otra canción que presentó problemas fue Mad The Swine, la cual fue grabada para el álbum pero fue desechada por el productor Baker y Queen por no estar satisfechos con la calidad de la percusión. Con el asunto aún sin resolver, la canción fue eliminada del álbum. Reapareció en 1991 como el lado B del single Headlong en Inglaterra, y en el relanzamiento del álbum por Hollywood Records. La versión de The Night Comes Down que aparece en el disco es, en efecto, la grabación demo en De Lane Lea Studios, ya que su calidad aparentemente fue superior a los estándares del resto de las grabaciones del álbum.
Aunque el álbum fue terminado y mezclado totalmente en noviembre de 1972, Trident pasó meses tratando de encontrar una compañía disquera para publicarlo. Después de ocho meses de intentos fallidos, simplemente decidieron lanzarlo por sí mismos en 1973. Durante este tiempo, Queen había empezado a escribir material para su siguiente disco, pero estaban desanimados por el retraso de su primer álbum. Durante el intermedio grabaron dos sesiones para la BBC.
Tracklist:
- Keep Yourself Alive (3:46)
- Doing All Right (4:09)
- Great King Rat (5:41)
- My Fairy King (4:08)
- Liar (6:26)
- The Night Comes Down (4:23)
- Modern Times Rock 'n' Roll (1:48)
- Son and Daughter (3:21)
- Jesus (3:44)
- Seven Seas of Rhye Instrumental (la versión original fue lanzada en single y en su siguiente álbum, Queen II) (1:15)
Banda: Queen
País: Inglaterra
Género: Classic Rock
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